La vida en la colonia era cada
vez más desesperanzadora; la comida que se producía no era suficiente, el
acceso al agua era cada vez más restringido y mantener a raya a las tribus de
ciborgs del exterior era un esfuerzo devastador.
La refinería no producía nada
hacía meses; un daño que nadie sabía reparar la mantenía inservible. Las
reservas de gasolina se estaban agotando y sin el precioso líquido era
imposible extraer agua de las entrañas de la tierra, producir comida, luz,
alejar a los ciborgs… sobrevivir…
Algunos que habían llegado del
otro lado del desierto hablaban de una ciudad en la que había sabios que podían
reparar el daño, pero ninguno se ofreció a hacer el viaje de vuelta.
La última gran guerra de la
codicia humana había convertido la Tierra en un lugar desértico y hostil. Las
colonias de humanos quedaron aisladas unas de otras, las máquinas de
comunicación y de transporte eran prácticamente inexistentes. Muchos ni
siquiera sabían que más allá del desierto y los ciborgs que lo habitaban (humanos
con implantes que perdieron toda humanidad) había más humanos.
Un guerrero sin nombre juntó
los datos que pudo y reunió algunos fierros que se topó: las latas de un viejo
Eleanor (GL), el motor de un Hot Rod (JL) que pudo hacer funcionar a la
perfección, el armazón de un auto de lo que una vez fue la NASCAR (RC) y la suspensión
y llantas de un 4x4 (GL).
Con los viejos fierros
construiría el pequeño Frankenstein en el que cruzaría el desierto y
enfrentaría a los ciborgs. Los datos serían la brújula que lo conduciría a
aquella ciudad donde los sabios le enseñarían cómo hacer que la pequeña
refinería volviera a producir el líquido que le permitiría sobrevivir a la
colonia. Con esto y algunas provisiones emprendió el viaje con la esperanza de
devolverle la vida a los suyos…
Otra de las cosas que me ha
gustado desde niño es fantasear con los autitos. Para mí es casi imposible no
pasarme al plano ficcional cuando veo estos modelos que parecen de ficción.
También había dicho en otra ocasión que la estética del Cyberpunk, y
especialmente la de Mad Max, me atrae mucho. Las máquinas cyber me producen
miedo y fascinación, como diría Sábato. Miedo por todo el trasfondo de la
relación hombre-máquina que proponen. Fascinación por el ingenio, ya sea
tecnológico como Terminator, Robocop, Ghost in the Shell, etc., o de lo que se
hace con las ruinas que quedan, el valor que adquiere la chatarra, como en Mad
Max o Wall-E.
Siempre quise hacerme un modelo
a lo Mad Max, y siempre quise que fuera un Ford Mustang. No sé si haya logrado
lo del miedo y la fascinación, pero por lo menos me divertí, tengo una versión
bizarra del Eleanor (que me gustó mucho como quedó) y cada vez que vea el
autito imaginaré las aventuras de un guerrero luchando por un líquido que le da
la vida a su pueblo, pero que a nosotros nos mata de a poquitos. Los dejo con un corto a lo Mad Max en carts. See ya!
Muy buen trabajo, mis felicitaciones al chef!
ResponderEliminarY también al guionista.
Jajaja, gracias, Gaucho!!!... viniendo de alguien experimentado en el asunto de los modelos personalizados (algunos de los Gaucho Models me han dejado boquiabierto), confirmo más mi gusto por este monstrete... y gracias también por lo del guión!!!
ResponderEliminar